Hoy día se esta gestando un importante cambio con respecto a la educación tradicional que concibe al niño como un ser pasivo, poco o nada critico y reflexivo, su aprendizaje se limita solamente al recibimiento de información por parte del docente, que basa su pedagogía desde un enfoque conductista. En oposición a esto Dewey propone la educación progresista que concibe la escuela como reconstructora del oren social, introduciendo materias de contenido social, para promover las relaciones entre las necesidades del niño y los procesos que se verifican dentro de la comunidad. Para ello se requiere que el niño participe de forma activa y responsable. La escuela, gracias a la influencia de Dewey está perdiendo su carácter individualista de competencia entre los que saben más y los que saben menos, para convertirse en una en una comunidad donde el trabajo unifica y solidariza, y por ende crea lazos de amistad y compañerismo entre los miembros de la misma, ayudando así a tener un mundo mejor y más humanizado.
En conclusión, la educación y la pedagogía en la actualidad están enmarcadas dentro de un ámbito moral, filosófico y democrático extendiendo sus ideales a los enfoques tanto constructivista como humanista, en el cual se concibe al niño como un ser reflexivo, crítico, creativo y activistas de su propio proceso de aprendizaje, tomando en cuenta sus emociones, relacionando sus experiencias con el medio que lo rodea para que su aprendizaje sea significativo. El querer estar dentro de las ideas filosóficas de Jhon Dewey es el querer preparar al niño para un que hacer del mañana manejando lo que se tiene en el presente.